Perdonar libera
- Alvaro Panzitta
- 4 nov 2020
- 3 Min. de lectura

De la teoría a la práctica
El otro día, en un vivo de Instagram que hacemos semanalmente con una amiga, nos preguntaron por qué era bueno perdonar siempre. Teníamos claro que era una propuesta de Dios que nos habían enseñado de chicos, pero buscar en la experiencia personal a veces se nos hacía más difícil. En ese momento respondimos con un poco de teoría y un poco de testimonio. Pero a la hora de volver a pensarlo para este artículo, me doy cuenta que veces acepto la propuesta de Jesús sin darle más vueltas y al querer animar a otros me quedo en un concepto que puede parecer abstracto. ¿Cómo puedo hablar del perdón sin caer en lugares comunes o al menos ser testigo de que es verdad lo que la teoría propone? Ese día busqué una charla u homilía que me pudiera ayudar. Encontré una de Francisco de marzo de este año. Lo primero que me llegó fue “la paz entre los hermanos atrae la benevolencia de Dios” por eso “siempre se debe perdonar”. Me parecía claro y a la vez me hacía reflexionar pensando que, si el Padre nos perdona siempre estaba bueno imitarlo. Apuntaba al costado de la hoja “con el perdón, Dios nos libera el corazón, mientras que la tentación nos ata con el rencor”. Para mí estaba clarísimo. Ahora ¿cómo poder testimoniarlo? Voy a intentarlo.
Barajar y dar de nuevo
Hace unos meses fui a visitar a mis papás, después de un largo tiempo sin verlos, y tras escuchar con ellos la misa, me di cuenta que cada vez que estábamos juntos un rato largo, terminaba por recriminarle a mi viejo alguna cosa del pasado. En mi interior se hizo una pausa, un vacío que a la vez estaba lleno de paz. Me iba arrepintiendo de vivir así nuestra relación. ¿Acaso no había perdonado las heridas de la adolescencia? Sí, estaba seguro de que sí. Entonces ¿por qué en la práctica volvía la ironía que revuelve las llagas? Ese día terminé de perdonarlo, porque evidentemente lo que me asaltaba de vez en cuando era rencor. Y ese rencor me ataba al pasado y a un modo insano de vincularme con él, un modo que no terminaba de soltar la historia para poder vivir nuevas décadas distintas a las anteriores. Dios me estaba tendiendo la mano, liberando el corazón, dándome la oportunidad de restaurar uno de los vínculos más importantes de mi vida. Arrepentido de revolver tanto le pedí perdón y le prometí empezar de nuevo. No quiero que mis hijos vean que su papá y su abuelo se llevan como perro y gato. Quiero que el perdón restaure y construya nuevas formas de vinculación, más sanas.
En esto soy testigo de la paz y la libertad que nos genera perdonar a los demás. Sí, puede sonar abstracto si simplemente te lo dicen. E incluso puede que un breve testimonio tampoco alcance para probar que es cierto. Será que, en estas cosas, sólo descubrimos que es verdad, cuando nos animamos a vivirlo.
Tu turno:
¿Y vos, te animás a compartir un testimonio sobre el paso de Dios en tu vida a través del perdón? Seguro será de mucha Gracia para los hermanos. Si te animás podés escribirlo en los comentarios. No te olvides suscribirte al blog para no quedarte afuera de las novedades! Paz y bien!
Bình luận