Los comienzos de Anawin
- Matrimonio En Misión
- 10 ene 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 22 mar 2022

En 2010 sentí un llamado especial de Dios. No sabía bien de qué se trataba pero empecé a buscar una respuesta, porque el Fuego de Su Espíritu ardía en mí queriendo ponerme en camino a algo nuevo.
Desde el 2005 caminaba en el Movimiento de la Palabra de Dios, donde mi fe se había nutrido y formado. También participaba de un grupo misionero en San Pedro Apóstol, y anhelaba llevar la Palabra de Dios tan lejos como Él quisiera.
Fue en estos espacios de encuentro comunitario y en mi oración personal, que Dios me "prendió fuego". Me pregunté cuál era la misión para la que había sido creado y cómo podía aportar mi granito de arena a este mundo.
Orando y discerniendo, Dios me llamó a construir espacios de encuentro con Él y, lo primero que pensé, fue fundar comunidades . Sin saber cómo realizarlo, seguí buscando, orando y haciendo.
Me propuse crear una comunidad misionera que saliera a formar nuevas comunidades. Que fuera por las parroquias viendo sus necesidades y atendiéndolas. Armando grupos con gente del barrio. Reavivando el Fuego que en algunos lugares parecía haberse apagado. Cuando formamos el primer grupo, tomamos como lema lo que Dios le había dicho a San Francisco de Asís “Restaura mi Iglesia”. Sabía que no iba a ser sencillo y no tenía todo claro. Pero no podía dejar de ponerme en camino.
En algún momento pensé que en vez de tener una comunidad de formación y un grupo misionero, podía formar una comunidad misionera. Años más tarde comprendí, que esa comunidad misionera comenzaba en mi Matrimonio.
En el 2009 comenzamos el primer grupo, que al principio no tenía más nombre que nuestras iniciales, las cuales habíamos ordenado pensando en María. Nos hacíamos llamar AVE.
Verónica, Emiliano y yo (Álvaro), comenzamos un camino que hasta hoy sigue formándose. No pasó mucho tiempo hasta que en el seminario catequístico nos hablaron de los “pobres de Yahvé”, aquellos que tenían a Dios como única riqueza o en menos palabras: los Anawin.
El llamado que había sentido de Dios, se encendió una vez más en mi interior al escuchar aquella palabra y su significado. AVE se convirtió en Anawin. El fruto dado en adelante, confirmó que este nombre era la voluntad de Dios.
Al poco tiempo se sumaron tres chicas más, que no tenían grupo de pertenencia dentro de la Iglesia. Ese fue el primero de los rasgos fuertes de Anawin: ser refugio para los que no encontraban su lugar. Empezamos siendo un "pueblo pequeño" dispuesto a recibir a quienes necesitaran encontrarse con Dios en comunidad.
(Continuará...).
Alvaro Panzitta
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