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- Alvaro Panzitta
- 3 abr 2023
- 3 Min. de lectura

El camino de fe no es para vivirlo sólo, sino en comunidad. Por eso es necesario encontrar un espacio donde crecer con otros. Para ir entrando en diálogo con Dios, podemos juntarnos en grupos, leer la Palabra, hacer Lectio Divina. E ir creciendo en intimidad con Dios y con los demás. Para esto podemos generar momentos, dentro de la reunión, donde compartir la vida.
Y me quedo con esta expresión “compartir”, que significa “partirse con el otro”.
En el día a día tenemos charlas de todo tipo. Desde la más simple que puede ser cuando nos preguntan “¿cómo estás?” y respondemos automáticamente “bien”. Pasando por diálogos más específicos sobre temas laborales y sus soluciones; bromas y chistes que quedan en la superficie; hasta anécdotas al pasar.
Hay quienes incursionan en debates sobre temas de actualidad e incluso teológicos. Mucho más presentes están los intercambios de opinión mediante las redes sociales. Pero compartir es más profundo y personal, para eso no hace falta hablar difícil o saber mucho, sino poner en común lo que sucede en nuestro interior y lo que Dios nos muestra en Su Palabra.
Habíamos dicho que la Lectio Divina es un modo eficaz de orar, de encontrarnos con Dios y con los demás. Y que uno de sus momentos era pensar y contarnos “qué nos dice la Palabra”. Es un ejercicio que nos acerca a lectura de la Biblia de una manera distinta.
Sucede que la Palabra de Dios tiene una riqueza particular, única, que no se queda sólo en el momento histórico en el que aconteció, sino que nos habla a nuestra realidad, a nuestro presente.
Por ej.: no es lo mismo leer que Jesús calmó la tempestad, a comprender que quiere calmar las tempestades de nuestra vida. Que curó a un ciego, a entender que nosotros también tenemos cegueras en nuestro interior, y que Él puede hacernos ver con claridad.
Compartir lo que nos llega de la Palabra, es dejar que Dios nos interpele y podamos expresar qué nos está queriendo decir. A cada uno nos va a hablar de un modo distinto, a nuestra realidad. Somos llamados a escuchar lo que el otro comparte con respeto, sin juzgar e incluso sin interrumpir.
Por el compartir, el grupo se vuelve sagrado y se forma una comunidad.
Ponerse en común es poner el corazón sobre la mesa y ser sinceros, sin miedo a mostrarnos con nuestros “no puedo”. Y como lo que contamos y nos cuentan es sagrado, no tiene que salir del espacio común.
Vincularnos con otros desde Dios, hace que nuestro corazón vaya modelándose al de Jesús, limando esas asperezas que nos llevan a chocar con los demás –incluso a veces en nombre de la Verdad.
En comunidad, aprendemos a guardar en el corazón lo que los otros nos dicen, a imagen de María.
Y también vamos descubriendo una manera distinta de vinculación, más sana que la que se acostumbra, o al menos a eso tendemos, porque Jesús está en medio nuestro.
A veces estamos acostumbrados a “amistades” por interés, que están cuando les podemos dar algo o estamos cuando nos dan lo que necesitamos. Por ej.: en el colegio, cuando había compañeros que parecían querernos más cuando los ayudábamos en las tareas que cuando era un día común y corriente.
Jesús quiere transformar, para mejor, la manera que tenemos de acercarnos al otro, para no ser mascota de nadie, sino hermanos de todos.
Cuando se logra conformar una verdadera comunidad, ésta pasa a ser el descanso semanal de los corazones que se comparten. U n verdadero oasis en el desierto del mundo.
La Lectio Divina puede volverse nuestro modo de orar y compartir, pero también se pueden abrir el corazón al “anuncio de la Palabra” y tener otras charlas diferentes, donde conocernos más y conocer a Dios.
Las reflexiones de éste libro también pueden servir a modo de charla, cerrando con alguna oración.
Vamos paso a paso.
Hoy podemos preguntarnos si estamos compartiendo la vida con nuestro grupo de referencia –comunidad–, o si nos quedamos simplemente en la primera capa. Podemos imaginar un regalo envuelto en muchos paquetes, cada envoltorio que se saca es un acercamiento al verdadero regalo. Así es el compartir, al principio sólo se ve la primera capa de papel, pero la propuesta es ir profundizando para poner el corazón.
Agradezcamos a Dios por cada hermano y el don de compartirnos con los demás.
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