¿Qué unía a estos santos?
- Alvaro Panzitta
- 16 nov 2020
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 22 mar 2022

Todos conocemos mínimamente a San Francisco de Asís, Santa Teresita de Lisieux y San Agustín de Hipona. Pero no todos saben el vínculo especial que ellos tuvieron con la Biblia al punto que Dios les habló a través de Su Palabra. Veamos..
San Francisco de Asís.
Uno de los libros que se ha escrito sobre él es "Florecillas", donde se relatan algunas de sus historias y anécdotas. En el primer capítulo encontramos la conversión de su amigo Bernardo. Francisco lo invita a misa y agrega "luego permaneceremos en oración hasta media mañana, rogando a Dios que, en las tres veces que abramos el Evangelio nos muestre como quiere que vivamos". La primera vez que lo abrieron Dios les regaló la cita "Si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes y dalo a los pobres. Luego ven y sígueme". La segunda vez "No lleven nada para el camino, ni bastón, ni equipaje, ni calzado, ni dinero". Y la tercera: "El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga". Así empezó la misión de San Francisco de Asís.
Santa Teresita de Lisieux.
Santa Teresita escribió su testimonio espiritual conocido como "Historia de un Alma", donde se narra lo siguiente: <(...) luego abrí el santo evangelio y mis ojos se fijaron en estas palabras: "Después subió a la montaña y llamó a su lado a los que quiso. Ellos fueron hacia él" (Mc. 3, 13)>". Así comenzó a narrar como ella había sido llamada por pura Gracia y Misericordia de Dios.
San Agustín de Hipona.
Así mismo San Agustín -y muchos otros Santos- dieron un giro en sus vidas al leer la Palabra de Dios que les calzaba como anillo al dedo. En su libro "Confesiones" narra como al principio de su conversión, estando angustiado bajo una higuera, oyó la voz de un niño que decía "toma y lee, toma y lee". Tuvo una corazonada que aquello era de Dios y abrió el Evangelio. Sus ojos se posaron en Rom. 13, 13-14 donde dice "Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias. Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne".
En esto se cumple aquello que dice Heb. 4, 12 "(...) la Palabra de Dios es viva y eficaz" y también Is. 55, 11 "así sucede con la palabra que sale de mi boca: ella no vuelve a mí estéril, sino que realiza todo lo que yo quiero y cumple la misión que yo le encomendé"
Tu turno...
¿Y vos? ¿Tuviste alguna experiencia de encuentro con Dios en la Palabra? ¿Te animás a dejar tu testimonio en los comentarios? Compartí esta nota con quien quieras y suscribite para más novedades.
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