La última vez hablábamos del Camino que nos lleva a las Promesas de Dios, a la felicidad. Hablábamos de esas veces que tomamos senderos más cortos o más largos, y muchas veces no lo hacemos a conciencia. Más bien son decisiones que están ligadas a las heridas de nuestra historia. Así, muchas veces terminamos siendo esclavos de nuestras heridas. Como la mujer que fue golpeada de niña y de grande se junta con un golpeador, a quien dice amar y del cual no se puede separar. Ella